¿Por qué sufro con mi economía? Algunas claves que no te han contado - Economía De Vida
¿Por qué sufro con mi economía? Algunas claves que no te han contado - Economía De Vida
2613
post-template-default,single,single-post,postid-2613,single-format-standard,theme-bridge,woocommerce-no-js,ajax_fade,page_not_loaded,,qode_grid_1300,columns-4,qode-theme-ver-17.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_bottom,wpb-js-composer js-comp-ver-5.5.5,vc_responsive,elementor-default,elementor-template-full-width,elementor-kit-2978,elementor-page-5988

¿Por qué sufro con mi economía? Algunas claves que no te han contado

Hoy quiero compartirte un artículo sobre uno de los mayores retos en el momento actual y de cara al futuro: ¿Cómo gestionar el miedo y la incertidumbre de ahora en adelante?

Espero que te sirva!

 

 

¿Por qué sufro con mi economía? Algunas cosas que casi nadie te cuenta

¿Por qué a pesar de que pongo toda mi intención me revuelve el estómago revisar mi economía? ¿por qué me resulta complicado ponerme al día con mis finanzas?, ¿por qué a pesar de que trabajo durante muchas horas (y tal vez gano dinero) parece que nunca es suficiente? ¿por qué me cuesta tanto mirar mi cuenta bancaria?

A pesar de los cantos de sirena de las cryptomonedas o sistemas similares, la realidad en el año 2020 (y creo que por bastantes años más), es que la gestión del dinero de papel moneda sigue estando muy presente en nuestras vidas. Aunque nos encanta lo novedoso y buscar alternativas a un sistema cíclico alimentando por la deuda, es fundamental entender el porque de lo que nos ha traído hasta aquí, qué papel jugamos en todo esto y cual es el enfoque que nos favorece para a través de la buena gestión de nuestros recursos. Desde mi punto de vista, esto nos puede impulsar en la dirección de vida que deseamos, o directamente hacernos sufrir de manera perpetua.

Te voy a contar compartir algunos de los principales condicionantes que he detectado en las personas con las que he trabajado en mi vida y que nos condicionan, incluso a nivel inconsciente, haciendo del camino una vía de sufrimiento:

Religión – “por mi culpa”

Independientemente del lugar en el que vivas, la religión está muy presente en nuestra culpa inconsciente, dándole en muchas de ellas una carga emocional negativa con frases del tipo “tener dinero es malo”, “no seas avaricioso”, “o ser buena persona es pensar antes en los demás que en ti mismo”, de tal forma que cualquier acercamiento al dinero se asocia al pecado.
Tanto si eres creyente, como sino, este pensamiento colectivo, de culpa y con un tono negativo/despectivo, está muy presente en el inconsciente mayoritario de la sociedad.
Aún viviendo en un lugar donde la religión no esté tan presente, este pensamiento impuesto condiciona en gran medida lo que piensas y cómo te sientes con el dinero. Yo mismo no hace mucho tiempo lo veía como algo sucio y de personas con pocos valores. Al darme cuenta del origen de mi pensamiento, pude cambiarlo por otro más favorable y acorde con mi vida.

Educación – “tú no sabes”

Desde pequeños, la educación financiera brilla por su ausencia. Incluso a día de hoy, las relación educativa con el dinero, con la economía y con la gestión de recursos prácticamente no existe, tampoco en niveles privados. Es más, cuando sí aparece en determinados círculos, casi siempre da más importancia al resultado final por encima del impacto sobre las personas y la vida.
Salvo que tu entorno más cercano, en donde se incluye la familia, te presente este mundo de forma cercana y amigable, la asociación seguirá siendo negativa, lo que perpetúa nuestro desconocimiento y una buena gestión.
Es importante retomar/iniciar el aprendizaje y experiencia de esta área de nuestra vida, dejando atrás los juicios por lo que no hicimos y recorriendo este camino con calma y desde la cercanía. Desde la capacidad y la responsabilidad de lo que es importante en nuestra vida.

Valor propio – “tú no puedes”

 Nacemos conectados, con luz, con un amor incondicional hacia nosotros mismos (sólo hace falta ver a un niño pequeño para entender que quiere y acepta todo su ser), pero poco a poco vamos perdiendo esa conexión con nuestro interior, hasta tal punto que ya no reconocemos lo que de verdad queremos en la vida.
Pensamos que si dejamos de escuchar esta voz, en algún momento dejará de hablarnos, lo que nos lleva a avanzar sin rumbo según lo que otros dicen que debemos hacer. Lo peor de todo es que esta búsqueda exterior, basada en los criterios de otros, nunca nos llegan a satisfacer, por más que vayamos consiguiendo diferentes recompensas materiales.

La apariencia y falta de humanidad – “tú no eres/sabes” – Le hemos dado al dinero un poder que no tiene porque ha ganado importancia el conseguir objetivos por encima de la propia vida. Recordemos que no deja de ser un papel que se sostiene por el acuerdo de confianza o de fe el que ambas creemos (sistema fiduciario), pero ya no está respaldado por nada, ni tiene un valor intrínseco por sí mismo, como el oro o las materias primas que utilizábamos hace unos años para los intercambios y nos servían de recompensa, si una de las dos partes no podía pagar.
Con esta premisa y como la sociedad nos ha hecho ver que somos lo que tenemos, normal que busquemos a toda costa tener dinero y posesiones materiales con tal de conseguir este reconocimiento siendo capaces de hacer cualquier cosa por ganarlo, y dejando nuestra vida de lado. Es fundamental volver a ponerlo detrás, en el lugar que le corresponde y al servicio de la vida.

¿Cuál es el camino?

Comenzar a detectar y desmontar todas estas verdades impuestas y conectar con nuestra verdad interior. Dejar de buscar la felicidad a través de posesiones materiales y económicas, aprendiendo a disfrutar de la vida a tu ritmo y a tu manera. El ser la persona que te apetezca ser, impulsado por tus recursos.
Esto cambia tu sensación interior y poco a poco tu inconsciente. Te hace descansar y vivir simplemente cada momento, sin más. El conseguir cosas materiales o cumplir deseos, no se convierte en el fin último, sino en las pequeñas recompensas que le dan diversión al camino.

Para que lo entiendas, un ejemplo: Piensa en la última vez que has conseguido un objetivo material que te habías propuesto, o un objetivo económico como un incremento de sueldo que tanto merecías – ¿te ha dado la plenitud? eres feliz por ello o ha pasado a un segundo plano, buscando el próximo objetivo como el gran trofeo que te dará la felicidad.

En cambio, ¿cuál es el precio que has o estás pagando por ello?
Vivir no tiene nada que ver con la consecución de objetivos, con grandes logros o sumas de dinero, sino con el reconocimiento y el valor de las cosas (que no el precio), sólo por el hecho de formar parte de tu vida o de poder disfrutarlas, y ninguna de ellas, se paga con dinero.

De ti depende en tu próxima decisión, que pongas tu vida al servicio de tu economía, o tu economía al servicio de la vida. Es una pequeña decisión que genera un potente movimiento en el inconsciente colectivo de todos.

 

¿Quieres seguir mejorando tus finanzas personales? Suscríbete a nuestro canal de Youtube

Y si quieres que te acompañemos en tu viaje, mírate nuestro Servicio Personalizado

Economia de Vida

ÚLTIMOS POSTS